domingo, 11 de febrero de 2018

Hoy es un nuevo día... Lamento de cantor con disfonía

No recuerdo la última vez que revisé este blog. Se gestó como un medio para la catarsis, para superar la dificultad en la garganta, que me impide decir lo que siento y pienso. A pesar de que la palabra y el pensamiento es el recurso con el que suelo ganarme la vida y hacerme un lugar en la vida pública, en lo privado, en lo más íntimo, me siento desprovisto de este maravilloso don (en casa de herrero, azadón de palo). En este momento de mi vida, solamente la palabra puede tener ese efecto liberador, sanador, reparador... No las que escuche, sino las que diga. Hice daño, a mí mismo y a las personas que me aman y quieren lo mejor para mí. No sé qué es lo más doloroso en este momento, saberme solo por el peso de mis decisiones, la soledad llega como una maestra implacable que te enseña lo que no has querido aprender por otros medios. A la soledad se le suma la tristeza que me embarga al entender que por mi exclusiva responsabilidad, he perdido la confianza y el amor de grandes mujeres. Hace mucho tiempo que la nostalgia dejó de ser ese verdugo que amenazaba todas las noches y se convirtió en un confidente y escucha, ese que en las noches aparece sin ser solicitado y así mismo permite que descargue todo lo que en mi espalda y corazón se siente como un yunque. Necesito recuperar mi voz, esa que entre el miedo y el dolor se desvaneció. Sin palabra no existo, sin acciones no me afirmo, sin amor la vida no vale nada. Te amo... Me amo... Los amo...